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USA impone aranceles del 20% a importaciones de la UE

El nuevo arancel del 20% impuesto por EE.UU.  a Europa amenaza con desequilibrar el comercio internacional y afectar gravemente al sector vitivinícola, clave para las economías rurales del Viejo Continente.

 

El reciente anuncio del expresidente estadounidense Donald Trump sobre la imposición de un arancel universal mínimo del 10% a todas las importaciones, con un castigo del 20% específico para productos procedentes de la Unión Europea, encendió las alarmas en el sector vitivinícola. El vino, uno de los principales bienes afectados, enfrenta así una nueva barrera comercial en uno de sus mercados más relevantes: Estados Unidos.

En 2024, España exportó a EE.UU. 97 millones de litros de vino por un valor de 390 millones de euros. Para la UE en su conjunto, el mercado estadounidense representó el 28% del total exportado, generando ingresos por 4.880 millones de euros.

La medida de Washington surge como respuesta al arancel del 50% que la UE impuso al bourbon en represalia por los gravámenes aplicados por EE.UU. al acero y al aluminio europeos. Desde Bruselas ya anticiparon una posible contramedida, aunque no se ha definido su alcance.

El Comité Européen des Entreprises Vins (CEEV) advirtió que estos aranceles podrían provocar despidos, aplazamiento de inversiones y subidas de precios. “No existe ningún mercado vinícola alternativo que pueda compensar la pérdida del mercado estadounidense”, subrayó Marzia Varvaglione, presidenta del CEEV.

Ignacio Sánchez Recarte, secretario general del CEEV, insistió en la necesidad de “un Acuerdo Comercial Justo y Recíproco sobre el Vino” que evite medidas punitivas a ambos lados del Atlántico. En la misma línea, la Federación Española del Vino (FEV) alertó sobre el impacto del arancel en las pymes vitivinícolas, que representan el 99% del sector en España.

Por su parte, la European Federation of Origin Wines (EFOW) y la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV) calificaron los aranceles como una ruptura de las reglas del comercio internacional, en un contexto ya crítico por la caída del consumo y la baja comercialización exterior.

Las bodegas temen una pérdida de empleos en zonas rurales, el cierre de empresas y una mayor competencia en mercados alternativos. Además, muchas importaciones ya fueron suspendidas por recomendación de la US Wine Trade Alliance, que aconsejó frenar compras hasta que se aclare la situación.

Desde Estados Unidos, tanto el Wine Institute de California como los importadores consideran que el vino debería quedar fuera de cualquier represalia comercial, al tratarse de un producto agrícola con un ecosistema propio.

El impacto de la nueva política comercial no se limita a Europa. Países como Sudáfrica enfrentan aranceles del 30%, mientras que otras naciones recibirán un 10%. México y Canadá aún esperan definiciones, aunque ya están bajo presión. En el caso canadiense, desde marzo rige la prohibición total de importar vino estadounidense, lo que ha significado pérdidas millonarias.

En medio de un clima tenso, las voces del sector, tanto en Europa como en EE.UU., coinciden en un pedido unánime: excluir al vino de la guerra comercial. El tiempo apremia y los gobiernos deberán decidir si optan por la confrontación o si avanzan hacia un acuerdo que preserve el equilibrio de una industria con fuerte arraigo territorial y económico.

FUENTE: WWW.SEVI.NET – REVISTA SEMANA VITIVINÍCOLA

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