¿Qué está pasando con los conejos? La verdad sobre la nueva plaga del campo español
Los agricultores hablan de una superpoblación de “conejos híbridos”, mezcla de silvestres y domésticos, pero los biólogos aclaran que solo existe una especie
Al campo español, asfixiado por las altas temperaturas y la sequía, solo le faltaba una plaga. Desde hace meses, los agricultores de distintos puntos del país vienen denunciando la invasión de conejos que sufren sus tierras. Hace días, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ponía cifras concretas: hay 1.436 municipios afectados, donde un millón de hectáreas de terreno han sufrido daños importantes valorados en unos 800 millones de euros. Tras reunirse con los profesionales agrarios, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se ha comprometido a elaborar una estrategia nacional para el control de esta especie. Sin embargo, detrás de esta historia queda mucho por contar.
El mapa del “Jurassic Park cunícola”, como ha llamado la organización agraria a este problema, incluye comunidades autónomas enteras (Castilla-La Mancha, Aragón, La Rioja y Murcia) y otras afectadas parcialmente (Castilla y León, Navarra, Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía). Los conejos están arrasando cereal, viñedo, olivar, leguminosas, frutales, almendros y hortícolas. No obstante, una de las cuestiones más llamativas de la denuncia que realizó COAG es que se trata de una plaga nunca antes vista de conejos híbridos. “Es una mezcla de conejo de monte con doméstico, más grande, más voraz y con mayor capacidad para procrear”, afirmó Javier Fatás, responsable de Medio Ambiente y Fauna Salvaje de la ejecutiva de COAG y productor de cereales en Zaragoza. Los biólogos no salen de su asombro.
La organización agraria considera que hay dos colectivos responsables de la creación de esta especie híbrida. El primero estaría formado por los ciudadanos que tienen conejos domésticos como mascota y los abandonan. El segundo serían las administraciones, “que han intentado moldear de forma artificial el mundo natural, permitiendo la proliferación de conejos sin control para alimentar a especies en peligro de extinción como el lince”, comentó este portavoz de COAG. “La situación se les ha ido de las manos y ahora los que estamos pagando las consecuencias somos los agricultores y ganaderos”, según explicó.
Los científicos reconocen que el conejo está causando daños, pero no están en absoluto de acuerdo con la explicación. Para los investigadores, hablar de una especie “híbrida” con mayor capacidad destructiva que los conejos autóctonos ibéricos es, sencillamente, una fake news que carece de justificación alguna. “Es un bulo, no sabemos el origen, pero alguien lo ha lanzado sin ningún tipo de estudio”, asegura en declaraciones a El Confidencial José Guerrero Casado, profesor del Departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba y especialista en el estudio de este animal.
¿Cuál es la realidad científica? La única especie que existe en el campo español es Oryctolagus cuniculus, aunque se divide en dos subespecies, Oryctolagus cuniculus cuniculus y Oryctolagus cuniculus algirus, según los estudios de biólogos españoles y portugueses. De hecho, un análisis del genoma del conejo publicado en Science en 2014 deja clara esta cuestión, la ausencia de diferencias relevantes en los genes de los animales domésticos y los silvestres, pero además recuerda que cuando las personas domestican animales seleccionan la mansedumbre, justo lo contrario de lo que parece indicar el bulo de los animales híbridos. Según otro estudio de 2018, sí es posible encontrar algún animal en el campo con orígenes domésticos, pero que procedería que animales introducidos para la caza y sería algún caso “meramente testimonial y nada relevante”, apunta el experto.
Según Guerrero Casado, “puede que haya ciertas zonas con muchos conejos”, pero en cualquier caso, a falta de censos oficiales, “es un ascenso de población moderado comparado con otros lugares del mundo en los que se ha introducido esta especie, no tiene nada que ver con las plagas que hay en Australia o Nueva Zelanda”. De hecho, algunos expertos creen que esa puede ser la procedencia del bulo: los conejos australianos están causando verdaderos estragos al otro lado del mundo, pero el escenario ecológico es completamente diferente al español. “Allí no eran autóctonos, se introdujeron y no tienen depredadores ni competencia, así que la densidad de población ha alcanzado niveles nunca vistos en otros lugares del mundo, causando daños muy importantes a la agricultura y a los ecosistemas”, comenta.
Explicaciones a los daños
Pero entonces, ¿cómo explican los expertos lo que está sucediendo en el campo? Una de las hipótesis es que, en efecto, el número total de estos animales esté creciendo, aunque sea de forma moderada, y que lo esté haciendo a través de dos vías. La primera tendría que ver con la ausencia de depredadores. En España, más de 30 especies se alimentan de conejos, porque han evolucionado conjuntamente con ellos: el zorro, el tejón, la garduña o la gineta son algunas de las más importantes. De hecho, el conejo ha evolucionado para reproducirse de forma abundante, una manera de contrarrestrar estos peligros y seguir adelante como especie. Sin embargo, “en las zonas agrícolas podemos encontrar una menor presencia de la comunidad de depredadores”, asegura Guerrero Casado, y por distintos desequilibrios ecológicos se estaría notando más en la actualidad. Además, sin tantos enemigos al acecho, el campo de acción también sería mayor.
A esto hay que añadir que la especie podría estar recuperándose del impacto de dos enfermedades que la han amenazado en las últimas décadas: la mixomatosis y la enfermedad hemorrágica vírica. Aunque los virus que las provocan no han desaparecido, es posible que los conejos estén adquiriendo cierta inmunidad o que el agente infeccioso se haya adaptado para circular entre ellos de una forma menos virulenta. De hecho, es precisamente en las poblaciones más abundantes donde es más probable que los individuos de esta especie tengan más anticuerpos.
Al margen de si la población ha crecido mucho o poco, otra circunstancia puede estar detrás de la supuesta voracidad de los conejos en los campos agrícolas: la falta de otro tipo de alimentos. Por una parte, la situación de sequía que sufren especialmente alguna de las zonas más afectadas puede estar provocando que “los conejos se vean forzados a alimentarse de los cultivos”. En ese sentido, “las prácticas encaminadas a eliminar las zonas de vegetación natural” no ayudan. Un estudio publicado por la Universidad de Córdoba hace más de una década ya advertía de este fenómeno. El trabajo explicaba que los daños en viñedos se incrementaban cuando escaseaban otros recursos.
Un animal emblemático del monte español
En conjunto, todos estos factores hacen que, incluso si la población de conejos realmente no ha crecido mucho, la percepción de los agricultores sea que están provocando grandes daños. No obstante, los biólogos no creen que se pueda hablar de una “superpoblación” y recuerdan que “la densidad de estos animales siempre fue alta”. De hecho, a mitad del siglo XX, justo antes de la irrupción de las enfermedades, se calcula que en España se cazaban hasta 10 millones de ejemplares al año. El hecho de que en la actualidad la actividad cinegética haya caído también podría ser un factor que esté contribuyendo a la mayor presencia de este animal en las tierras agrícolas.
A los biólogos les preocupa que pase a ser un enemigo al que exterminar, dado que es una especie clave para el ecosistema ibérico desde que hace muchos siglos se aludía a la península como “tierra de conejos”. Para muchos mamíferos y aves rapaces es una presa esencial. “Capturar un ejemplar es una gran recompensa para muchos de estos animales carnívoros”, afirma el investigador de la Universidad de Córdoba. Y al revés, el conejo también hace un gran servicio como herbívoro, además de que sus excrementos ayudan a reciclar nutrientes y a aumentar la fertilidad de los suelos.
FUENTE: ELCONFIDENCIAL.COM