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¿Podría el cambio climático dejar a España sin vino?

Un estudio apunta que, si el calentamiento global supera los 2ºC, el país podría perder el 90% de sus zonas de producción.

 

 

España es conocida como la tierra del vino… ¡Y no es por poco! Es el país con mayor superficie dedicada al viñedo de todo el mundo y además, el principal exportador de vinos (en términos de volumen), según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Nos hemos acostumbrado a este nombre, a esta abundancia y a los paisajes de la vid; y sin embargo, todo se encuentra en peligro.

Un estudio reciente, publicado en la revista Nature Reviews Earth & Environment, constata los efectos del cambio climático sobre los cultivos de uva empleada en la elaboración de vino y, lo que resulta más novedoso, sus autores prevén que un 90% de las zonas de producción podrían perderse en regiones como España a causa del cambio climático, con un desplazamiento de los cultivos a regiones donde actualmente no existe tanta tradición, como es Reino Unido.

 

EL IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO SOBRE EL VINO: GANADORES Y PERDEDORES

Actualmente, las principales regiones de producción de vid se encuentran en latitudes medias, donde el clima es lo suficientemente cálido para permitir que la uva madure (pero sin calor excesivo) y relativamente secos para evitar una fuerte presión de las enfermedades (pero con suficiente aporte hídrico como para que los frutos puedan desarrollarse correctamente).

Debido a la importancia que tiene el clima sobre la producción, los investigadores argumentan que, el cambio en el clima podría derivar a su vez en cambios en las zonas de cultivo. Concretan que, como consecuencia de un aumento de la temperatura, se produciría una redistribución geográfica, con ganadores y perdedores“. Y a estas alturas, no te será demasiado difícil adivinar en qué lado quedaría España.

 

En el lado de los perdedores, las regiones con tradición vinícola

El lado de los “perdedores” lo componen, esencialmente, las zonas que tradicionalmente han sido productoras de vino; destacan Italia, el sur de Francia, California, y por supuesto, España.

En estas regiones, el calentamiento global ha provocado ya un avance en la fenología (ciclo de desarrollo) de las plantas de vid, con un adelantamiento en la fecha de maduración de la uva de entre 2 y 3 semanas en los últimos 40 años. Ahora, esta coincide con la temporada más cálida del verano.

Estos cambios en la fenología no son insignificantes; afectan directamente el proceso de fermentación y, por consiguiente, influyen en las características del vino resultante.

La constatación de que el cambio climático está afectando al rendimiento de la uva, a su composición y la calidad del vino de estos territorios, ha llevado a los autores del estudio a cuestionarse su viabilidad. Y los resultados obtenidos no son buenos para España.

El estudio concluye que un calentamiento por encima de los 2ºC (respecto a niveles preindustriales) podría reducir en un 90% las regiones vinícolas de las zonas costeras y las tierras bajas de España, Italia, Grecia y del sur de California, a causa de los episodios de sequía y de olas de calor cada vez más frecuentes que se producirían como consecuencia de un empeoramiento del cambio climático.

Y sólo por si esta cifra te suena lejana, te rescatamos algunos datos sobre el nivel de calentamiento actual. La temperatura media global ya ha alcanzado el incremento sostenido de 1,2ºC (respecto a niveles preindustriales) con un calentamiento mayor en la región del Mediterráneo, región que se considera especialmente vulnerable al calentamiento y que ya ha aumentado su temperatura hasta el 1,5ºC.

A esto se sumaría, además del mencionado riesgo de sequía y olas de calor, el peligro de otros fenómenos meteorológicos extremos, como las fuertes lluvias o los episodios de granizo; y la posibilidad de que el aumento de temperatura posibilite la aparición de nuevas plagas y enfermedades.

 

En el lado de los ganadores, las que podrían convertirse en las nuevas regiones vinícolas

Por otra parte, los autores sugieren que el incremento de temperatura podría dotar de mayor idoneidad a algunas regiones sin tradición vitivinícola: estos territorios compondrían el grupo de “los ganadores”. Algunos ejemplos son el estado de Washington, Oregón, Tasmania, del norte de Francia y del sur de Reino Unido. No obstante, el estudio puntualiza que, la nueva idoneidad de cada una de estas regiones, dependerá de la intensidad del aumento de temperatura.

 

Existen medidas de adaptación, pero sólo para cierto nivel de calentamiento

El estudio plantea varias estrategias que podrían servir a los productores para adaptarse a cierto nivel de calentamiento. Se recomiendan cambios en el material vegetal (por ejemplo, en las variedades que se plantan), en los sistemas de conducción y en el manejo de los viñedos. No obstante, advierten de que “estas adaptaciones podrían no ser suficientes para mantener una producción de vino económicamente viable en todas las zonas”.

Por último, los autores destacan que debido a la fuerte incidencia que la sequía podría llegar a tener sobre los cultivos de estos territorios, podría resultar eficaz que en la selección de variedades se priorizaran aquellas capaces de resistir el déficit hídrico, en paralelo a la implementación de medidas complementarias que tengan como objetivo combatir esta escasez en el agua.

 

¿CÓMO PREPARARSE PARA UN FUTURO LLENO DE GRANDES DESAFÍOS?

Durante varios años, se ha trabajado para adaptar los viñedos con técnicas vitícolas que les permiten retrasar la maduración de la uva y que ahora,  permiten contrarrestar algunos efectos del calentamiento global. Algunas de las medidas que permiten esto son, por ejemplo, la ampliación del marco de plantación, optar por un sistema de conducción que permita proteger el fruto de la radiación solar o cambiar la orientación de las plantaciones para evitar la incidencia directa del sol en la uva.

Algunos viticultores cuentan que están trabajando en la selección de aquellas variedades que se muestran más resistentes al incremento de las temperaturas y a la sequía. “En nuestro caso, hemos visto que algunas variedades ancestrales que hemos recuperado en los últimos 40 años tienen, además de un gran potencial enológico, la capacidad de adaptarse bien al escenario climático actual”, especifica.

Además, han plantado viñedos en alturas mayores, en búsqueda de temperaturas más frías. Desde finales de los años 90, se observa la implantación de viñedos en el Prepirineo catalán (a una altura de 900 msnm), y tierras en el Pirineo aragonés (a 1.100 msnm), donde actualmente se están haciendo ensayos con diferentes variedades para ver cómo evolucionan.

Asimismo, la viticultura regenerativa también juega a su favor. Este enfoque de cultivo de viñedos se centra en la mejora y restauración de la salud del ecosistema vitícola y del suelo, y puede ser un mecanismo de adaptación al cambio climático para las producciones.

“Uno de los pilares de la agricultura regenerativa son las cubiertas vegetales en los viñedos, que además de capturar el CO2 atmosférico y fijarlo en el suelo (convirtiéndolo en materia orgánica), hacen que los suelos retengan más el agua, evitando la evaporación y manteniendo temperaturas más bajas“.

Pero a pesar de todo ello, los viñateros creen que el futuro presenta grandes desafíos para quienes se dedican al cultivo de la vid. “Nosotros tenemos claro que hay que seguir trabajando para adaptarnos, pero sobre todo, tenemos que trabajar para mitigar los efectos del calentamiento global. Es necesario que todos, a todos los niveles, tomemos medidas para evitar que esto vaya a más“, concluye.

 

 

FUENTE: NATIONAL GEOGRAPHIC

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