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El calentamiento global desafía el futuro de la vitivinicultura europea

Un nuevo estudio internacional confirma que el cambio climático altera el ciclo de la vid y pone en riesgo la identidad de los vinos tradicionales.

 

 

El arte de hacer vino, conocido como viticultura, gira en torno a una planta milenaria: la vid (Vitis vinifera). Aunque su cultivo ha demostrado una notable resistencia a lo largo del tiempo y en distintos rincones del planeta, es en el territorio mediterráneo donde ha echado raíces profundas. Sin embargo, los efectos del cambio climático están poniendo en jaque esta herencia ancestral.

Un reciente estudio publicado en Plos Climate, con participación de la Universidad de Alcalá (Madrid), revela que el calentamiento global ya está modificando las condiciones de las regiones vitivinícolas del mundo, especialmente en Europa. Las temperaturas más altas, las olas de calor intensas y las lluvias extremas están alterando el ciclo natural de la vid, acelerando la maduración de las uvas y elevando los niveles de azúcar, lo que modifica de forma directa el sabor del vino.

Impacto global, consecuencias locales

La investigación analiza la fenología de la uva —es decir, el calendario de crecimiento y reproducción de la vid— y constata que el cambio climático afecta a todas las regiones productoras del planeta. Sin embargo, los impactos no son uniformes. En Europa, los cambios son más drásticos: aumentó la cantidad de días con más de 35°C y se registraron máximos térmicos durante el período vegetativo que preocupan a los expertos.

“El nivel de calentamiento observado en Europa fue sorprendente”, indicó el investigador E.M. Wolkovich, de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) y coautor del estudio. “Ver los datos y la magnitud del cambio al que se enfrentan los cultivadores de uva fue aleccionador e incluso mayor de lo que esperaba”, reconoció.

El equipo de investigación, compuesto por científicos de España, Francia, Canadá y Estados Unidos, trabajó con información sobre más de 500 variedades de uva y cruzó 10 variables climáticas clave. Entre ellas, las temperaturas mínimas durante la latencia invernal, las temperaturas al momento de la brotación y cosecha, y los extremos de calor durante la etapa vegetativa.

Nuevos mapas del vino

Los estudios demuestran que las zonas aptas para la viticultura están desplazándose hacia los polos, mientras que las regiones tradicionales enfrentan un escenario incierto. Algunas variedades emblemáticas podrían dejar de adaptarse a su terroir original, comprometiendo el perfil sensorial de los vinos más reconocidos del mundo.

Además, las condiciones extremas vuelven a las plantas más vulnerables a las plagas y enfermedades, lo que complica aún más la sustentabilidad del sector.

El trabajo publicado en Plos Climate refuerza la necesidad de contar con información precisa y global para que los viticultores puedan anticiparse y adaptarse a los nuevos escenarios. Frente al desafío climático, será clave repensar los modelos de producción, explorar nuevas variedades más resistentes y preservar el legado de una cultura que ha tejido su historia con la tierra, el clima y el tiempo.

 
 
 

Fuente: www.econoticias.com

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